jueves, 5 de enero de 2012

LAS ENFERMEDADES CARDIACAS Y SU RELACION CON LAS ENFERMEDADES PERIODONTALES

El mal estado de las encías, la escasa higiene oral y los hábitos poco saludables, como el tabaquismo, pueden favorecer el desarrollo de gingivitis y enfermedad periodontal.

Asimismo, estos trastornos inciden en la aparición de problemas cardiovasculares y procesos inflamatorios.

Una mala salud gingival puede aumentar significativamente la frecuencia de enfermedades vasculares, nacimientos prematuros de bajo peso o un mal pronóstico a largo plazo de enfermedades como la diabetes y la osteoporosis.

Este dato es especialmente importante si se tiene en cuenta que más del 70 % de la población sufre gingivitis (forma inicial de la enfermedad de las encías) y un 50 % de la población adulta padece de enfermedad periodontal.


¿LA PERIODONTITIS ES UN RIESGO PARA LA ENFERMEDAD CARDIOVASCULAR?

Actualmente se han encontrado Porphyromona Gingivalis y otros gérmenes causantes de enfermedades periodontales en las placas de ateroma vasculares y cada vez hay pruebas más claras y contundentes que avalan la existencia de asociaciones de riesgo entre las periodontitis y las enfermedades cardiovasculares.

Al ser las enfermedades periodontales unas infecciones orales crónicas que cursan con un incremento de bacterias debajo de las encías, se piensa que estas bacterias pueden provocar infecciones a distancia en otros órganos, entre ellos el corazón.

El mecanismo sugerido para la asociación entre las infecciones, como las periodontitis, y la isquemia coronaria, que ocasiona los infartos de corazón, sería el efecto de las bacterias sobre las células implicadas en los mecanismos que provocan la arteriosclerosis y su consecuencia más grave, la aterotrombosis (obstrucción de una arteria por placas de ateroma que bloquean su luz).

Esta es una enfermedad compleja, de larga evolución, motivada por gran número de factores; entre ellos destaca la inflamación, entendiendo por inflamación el proceso desencadenado por nuestras defensas, en el que participan células de la sangre y muchos elementos químicos liberados por ellas.



Factores agravantes:

Factores que la pueden agravar: el hábito de fumar, una manera incorrecta de encajar los dientes o algunas enfermedades generales o medicaciones.

La periodontitis está producida por bacterias bucales que inflaman la encía y destruyen la sujeción de los tejidos que rodean al diente para que estén firmes, es decir, afectan al hueso y a la encía que rodean la raíz del diente.

A medida que la enfermedad va progresando, los dientes acaban moviéndose y perdiéndose.

A veces, la persona que tiene problemas en sus encías se da cuenta porque le sangran (la encía sana nunca sangra), tiene la sensación de dientes más largos y aumento de la sensibilidad al frío.




Hábitos cardio-periosaludables

Conocemos perfectamente cuales son los factores de riesgo de las enfermedades cardiovasculares.

Los principales son el consumo de tabaco, la diabetes, la obesidad y el estrés.

Varios de estos factores de riesgo coinciden con los de las enfermedades periodontales como son el tabaquismo, el estrés, la diabetes mal controlada y otras enfermedades, que comprometen los mecanismos de defensa contra las infecciones.

El tabaquismo:

Es uno de los principales factores de riesgo de enfermedad coronaria, e incrementa el riesgo de padecer enfermedades periodontales; los fumadores responden peor al tratamiento periodontal, y tienen mayores posibilidades de volver a enfermar tras su tratamiento.

La mayoría de los factores de riesgo pueden ser evitados modificando nuestros hábitos.

Sin embargo debemos conocer que existen otros factores no modificables por el paciente, como la predisposición familiar.

En todos los casos, la posibilidad de contraer enfermedades periodontales se reduce con una higiene oral adecuada y visitas periódicas al dentista.

Concluimos, resaltando la importancia de establecer sistemas de prevención para reducir el riesgo de padecer enfermedades cardíacas y periodontales.

Un estilo de vida saludable, con una dieta sana, variada y equilibrada, la práctica habitual de ejercicio físico y el abandono del hábito tabáquico, redundará en una mejoría tanto de la esperanza como en la calidad de vida.

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